El poder es lo que une a los Señores de la Muerte, no la cultura, no la región. Por lo que se encuentran desperdigados a lo ancho de toda Irresta, en solitario, como hermanos en una cábala o adorados como grandes sacerdotes de la vida y la muerte. Los acólitos que esgrimen este poder que no conoce fronteras suelen vivir agazapados, tras las esquinas más oscuras de las ciudades. Pero, en ocasiones, aun proviniendo de un país que les eleve por su extraordinario poder, consiguen hacerse un hueco y gobernar.
Tal es el caso de Volokania, la sangrienta encrucijada.

Volokania
El largo valle de niebla que acompaña el Nubiseară, conocido como el Valle del Silencio, vive a la sombra de unas cordilleras que se elevan como pretendiendo morder el cielo, cuyas laderas están pobladas de unos bosques que parecen mirar al abismo en que se encuentra el río.
No obstante, esto no ha impedido que varias civilizaciones hayan pretendido acomodarse en las empinadas colinas. No se sabe quiénes fueron los primeros pobladores, pues Volokania es un valle que ha cambiado de manos con demasiada frecuencia a lo largo de la historia, hasta su último monarca.
Vlazmeu I el Hermoso es un señor que reclamó a sangre y carroña un trono por el que otros se han batido mil veces. Ahí lo mantiene, en Tsedach, desde el cual observa el valle y las ciudades de Ungyatr y Menia; la primera de una antigüedad que se pierde en los anales de cualquier historiador y, la segunda, una urbe famosa por ser capaz de enloquecer hasta a los transeúntes.
La antigüedad y el misterio que plana por Volokania como lo hace la niebla por el Nubiseară, se hace patente sobre todo en los montes Carneală, cuyos picos poseen nombres extraños de procedencia totalmente discordante y desconocida; siendo Poe el más alto.
Los Volquíes, al sur, son más bajos que sus hermanos al norte. Sin embargo, a excepción de Tsedach, aposentada en sus límites, todo rastro de civilización desaparece. Nunca ha sido seguro siquiera adentrarse ahí, pues en ellos moran criaturas de pesadilla que han frustrado por sí solas campañas militares enteras.
Por lo que, alejándose de los peligros de los Volquíes, muchos consideran que el territorio de Volokania comienza entre los bosques de Dalache, denso, de intrincados caminos y en el que es fácil perderse.
Al otro lado del Nubiseară está Schwerzna, un inmenso bosque conocido por sus árboles de madera negra, una madera especialmente robusta y motivo por el cual muchos explican que logre extenderse por tanto territorio, hasta atreverse crecer en Volokania; siendo considerada suya la sección este.
Y para coronar las fronteras de Volokania, se encuentra Kver, el dragón rojo que el mismo Vlazmeu derrotó y mandó empalar, como advertencia a todo aquél que se atreva poner un pie en sus dominios sin su permiso.
Un Poder Sin Fronteras
Sin embargo, Volokania es uno de los muchos y grandes territorios que han estado bajo el dominio de algún Señor de la Muerte a lo largo de la historia. Y que no queden tantos otros que buscan emularles, erigiéndose por encima de la vida y la muerte. Los practicantes de la nigromancia siempre habitarán mientras haya tinieblas en el mundo.
Y vosotros, ¿a quién dominaréis?

Una respuesta a “El Mapa de Volokania”
[…] las nieblas de Volokania? ¿El sol en el Ataionós, la humedad del pantano Jrimegir, la brisa que sopla en […]