La Hidra de Terna, la temida criatura de varias cabezas serpentinas, refleja a las gentes de tierras adentro y tierras afuera, pues enfrentarse a ella es un esfuerzo inútil. A cada cabeza cortada, emergen dos de nuevas. Y en cuanto la Hidra no se enfrenta a ninguna amenaza, se muerde sus otros cuellos, pues violencia es todo lo que conoce.

Diofennous de Crinepo

Elfos del Mar

A pesar de que los Elfos del Mar viven en distintas ciudades-estado, tienen un origen en común: la huida de Darvacia.

Llevan siglos asentados en las mismas áreas que invadieron en el pasado y se niegan a cambiar, pues creen que han alcanzado la gloria como civilización; aunque cada uno a su manera. Una ciudad-estado puede ser una democracia, otra una tiranía, pero saben muy bien que pocas naciones han llegado a durar tanto sin derrocarse.

Los Elfos del Mar han contemplado civilizaciones alzarse y caer. Saben que cualquier amenaza es fútil, pues han sobrevivido a tiempos mucho peores y así lo harán una vez más.

Esta seguridad la llevan consigo en batalla. Sus tropas son disciplinadas, ágiles y llevan siglos perfeccionando sus artes de guerra. Sus comandantes son inteligentes y experimentados, no les hace falta más, pues derrotan a sus enemigos antes de que se alce ningún escudo.

Territorio

Todo empezó con la destrucción de Darvacia, la magnífica, y el éxodo de sus supervivientes.

Los Elfos del Mar llegaron cruzando aguas a Cayacia, la tierra que invadieron y que ahora reclaman como suya. Su civilización se extiende a lo largo de dos penínsulas y varios archipiélagos, aunque su sociedad se halle dividida en numerosas ciudades-estado, cada una con su modelo de gobierno propio:

Desde una tiranía como la de Fidia a la anarquista Nekrarkhina, los Elfos del Mar viven en repúblicas, democracias y toda suerte de autogobiernos. La gran mayoría, se defienden a hoplón y doru a través de la Koinón Ayáquida, una liga en la que participan casi todas las ciudades-estado para cooperar frente a una destrucción tan traumática como lo fue la de Darvacia.

El Elfo

La piel de los elfos es muy sensible a la luz y cambia fácilmente, de pálido como el marfil a oscuro como el ébano. Cayacia es soleada sin quemar y por el aire flota la sal del mismo mar que refleja los rayos del sol. La piel de los Elfos del Mar es oscura y brillante como el bronce mate.

Su cuerpo, ligero, ágil y flexible. Son conocidos por ser, generalmente, un poco más altos que los humanos, tener un par de puntiagudas orejas, unos ojos semi-rasgados, un pelo blanco platíneo y, sobretodo, por un rostro joven perenne. Pocos rasgos de vejez hay en los que hasta han vivido más de 5 siglos.

Cayacia es tierra de filósofos y se suele tener a los elfos por reflexivos e inteligentes, pero también víctimas de un orgullo con precedentes. Al fin y al cabo, si no han adoptado nuevas tecnologías es porque están convencidos de que lo suyo ya funciona y que no hace falta ir más allá.

Cultura

Por diferentes que sean las ciudades-estado, todas comparten un mismo legado, la diferencia está en cómo lo tratan. Debido a las discrepancias entre ciudades-estado, los conflictos dentro de la Koinón Ayáquida son comunes.

No todos los elfos son “puros”, como describiría un fidiano, los hay mestizos y, en algunas ciudades-estado, tan sólo hace falta tener el pelo ligeramente colorido para que se nieguen y revoquen derechos de ciudadanía.

Sin embargo, esta enorme diversidad de pequeñas culturas y líneas de pensamiento ha enriquecido la cultura de los Elfos del Mar enormemente. Hasta el punto en que se consideran los fundadores de la lírica actual y repiten con orgullo que, su gente, ya ha escrito sobre todo lo que se puede escribir y desde todos los puntos de vista.

Ejército

La Koinón Ayáquida es un crisol de ciudades-estado, un acuerdo militar en el que participa casi toda la nación élfica y, a través de la cual, se forma un ejército de especialistas. No hay mejores marinos que los de Satiomé y Mosteleo y los hoplitas de Fidia son conocidos por ser soldados perfectos.

Dada la larga vida de los elfos, el aprendizaje militar que les precede es largo y exigente, dando lugar a unas tropas muy disciplinadas. Si no han adoptado nuevas perspectivas o tecnología militar se debe, ya no al orgullo que guardan por su tradición, sino a que sus estrategias las han perfeccionado tanto que, a su manera, han alcanzado la cúspide de la tradición militar.

Sus técnicas de combate son exquisitas y tienen a la falange como su formación estrella. Además, sus tácticas suelen ir apoyadas por Estrategas astutos que saben sacar el máximo partido de sus tropas. La fuerza bruta no sirve de nada sin un cerebro que la guíe.

Libro de Ejército

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