En Sociedad
La presencia de la nigromancia es mal fario… o al menos es así en la clase de sociedades que viven con el mentón alzado, elevando epítetos como “civilización”, pero que al mismo tiempo persiguen y castigan a todo aquél que se sitúe en el espectro menos adecuado de un binomio moral.
Así es, la nigromancia está perseguida por casi todos y así lo será hasta que el imperio de la muerte sea el que se apodere del mundo. Sea por el simple hecho de desecrar cadáveres, arrebatar voluntades o cometer demás terribles actos, un nigromante sólo a veces puede confiar en los miembros de su propio círculo, si es que tiene uno.
En los pocos lugares donde se aceptan sus prácticas suele deberse a motivos religiosos o pragmáticos. Pocas civilizaciones han visto el realzar a los muertos como un refuerzo válido frente a grandes adversidades o como un regalo de los dioses que hay que respetar.
El Grimorio de la Piel Roja
La vida no se termina en cuanto una flecha nos atraviesa la garganta, la carne sigue todavía ahí y todavía respira.
La muerte no se trata del opuesto de la vida, sino una constante en ella. Al nacer, poco a poco morimos. Nuestra esencia desaparece y se esparce por el suelo. Cuando el corazón deja de latir, tan sólo han muerto los latidos. Los incautos se cubren las orejas con las manos y lo rechazan, pero los nigromantes escuchan…
Al Grimorio de la Piel Roja, cuyos gritos traen verdad. Un tomo que cada hechicero de la Muerte tiene en su posesión. Un tomo que les obsesiona y aman con fanatismo. Un tomo peligroso y que se convierte en el primer alimento de las hogueras.
Tentación y Poder
Hay quien siente su voz llamándole y hay quien escucha, por curiosidad o ambición. Pero sea cual sea el motivo, el precio a pagar siempre es alto: la pérdida de la cordura, la realización de actos atroces, el encadenamiento a una vida de persecuciones y, a veces, una muerte parcial, es lo que les espera a los que oyen su llamamiento.
La nigromancia invita pues a que se busquen un lugar en una sociedad que acepte sus poderes, entienda sus métodos y conozca los límites de su ambición. Dado que estos lugares son escasos, los nigromantes, sólo encuentran reposo entre sus iguales… por el tiempo suficiente antes de que alguien ávaro de poder les traicione.
Normalmente las asociaciones entre nigromantes se limitan a círculos secretos o cultos, pero ha habido y hay países liderados por alguien con poderes sobre la muerte que se ocupa de establecer una clara línea entre su poder y el de los demás… Como sucede en Volokania…
Ejército
Hordas de muertos descansan bajo tierra, esperando su momento para emerger y obedecer a su nuevo amo. Son siervos útiles, cada vez más inmumerables con el paso de los años y unos enemigos inquietantes. Como cualquiera es bueno para servir, nadie sabe a qué se enfrentará, si a un guerrero renacido de un país lejano, a un antepasado, a un compatriota o al primogénito mortinato.
Por los campos de batalla también ruedan Carrozas Fúnebres y, a veces, estos arquitectos de la carne traen consigo a Gigantes Cosidos. Estas legiones las controlan nigromantes y dependen de ellos. Pero ellos saben que tienen a la muerte por aliada y saben cómo expandir el terror con sus poderes y su presencia.
A los vivos les aterra la visión de la muerte y ven cómo su sombra baña sus ejércitos, estremecidos al ver cómo, en medio de una batalla, sus tropas se levantan en su contra, aparecen figuras espectrales y malditas, algunas deleitándose con la sangre, otras cargando con lanzas a la carga… Mas todo general se siente perdido cuando se ve a sí mismo en las filas enemigas.
